Quizá lo haya perdido..


Recuerdo ese invierno junto a él. Ese invierno frío que a su lado se hizo cálido y cercano. Los momentos parecían interminables en aquella cabaña perdida entre la montaña, que hacía que te olvidaras de todos los problemas.
Supongo, que no os imaginaréis todo lo que sentía en aquellos momentos de mi estancia allí; así, que os describiré aquel lugar.
La cabaña estaba perdida entre la montaña, camuflada por los arboles y rodeada de ríos de agua cristalina. Se podía sentir la naturaleza: en invierno, era fácil apreciar el olor que desprendían las chimeneas y en verano, aquel olor a flores, vida. Además, solíamos encontrarnos con diferentes especies de animales: renos, ardillas, nutrias, peces, aves, osos, insectos…
Era un hogar rústico, construido básicamente por la madera de los hermosos árboles que nos rodeaban. Madera joven y fuerte, aunque desgastada por el paso del tiempo. Desde lejos, se podían distinguir sus grandes ventanales, por los que cada mañana entraba la luz solar y nos despertaba. También la chimenea, antigua y culminante de la casa. Al lado de la cabaña, podíamos encontrar un porche, donde mi abuelo Tadeo guardaba la leña, rugosa y con su aromático olor a frescura, y donde estaba la caseta de Turrón, el perro de color canela con quien había vivido yo tantas mágicas aventuras.
Respecto a su interior, las habitaciones eran de pequeño tamaño, tenían lo justo, al contrario del salón, que contaba con mayor espacio. Carecíamos de aparatos electrónicos y energía eléctrica, nos bastaba con la naturaleza.
Esa casa me trae demasiados recuerdos, que no volverán a ser los mismos si él se va.
De repente despierto y me encuentro encerrada entre estas cuatro paredes, observando cómo su vida se va desvaneciendo.
Me quedaría todo el día en el hospital haciéndole compañía, cuando voy, intento ocultar mis ganas de llorar y cambiarlas por una gran sonrisa.
- “Cof cof”
-  ¿Estás bien abuelo?
- Tranquila cariño, puedo soportar este dolor si estoy contigo.
Sabía que mentía, simplemente lo decía para mi tranquilidad.
Nos observábamos detalladamente, sobraban las palabras entre nosotros, esas miradas profundas provenientes de nuestro corazón lo decían todo.
Le veía agarrado a mi mano con su tacto rugoso pero a la vez suave, sus arrugas por toda la cara y sus gafas me permitían ver incluso sus ojos azules como el cielo y profundos como el mar, se podía ver que mi abuelo Tadeo de joven era una persona atractiva.
En su sonrisa se reflejaba el dolor y la rabia acumulada al no poder moverse durante todos estos meses en el hospital.
Ya era hora de irse a casa, aunque me costó mucho, ya que no quería alejarme de mi abuelo y quién sabe si esta vez fuese la última vez que le vería.
Al día siguiente, volví al hospital, pero todo había cambiado. Mi abuelo ya no estaba en su habitación.
¿Dónde estaba mi querido abuelo? Nunca más volví a saber de él, quizá esa fue la mejor opción, aunque aún tengo dudas de lo que le pasó.
Espero recordar siempre lo que mi abuelo hizo por mí, y quién sabe si algún día le volveré a ver.

AN UNFORGETTABLE SUMMER


AN UNFORGETTABLE SUMMER
Un verano más decidimos irnos a aquel lugar, pero esta vez todo cambiaría. Convencí a mis padres de llevarnos a Tania, mi mejor amiga.
Me presentaré, me llamo Ashley pero me suelen llamar Ash. Soy una chica normalita, del monton diría yo (pelo negro y largo, ojos marrones, ni alta ni baja). Tengo 15 años, una adolescente incoherente como dicen algunos. No me entretendré mas, hablemos de aquel verano, especialmente de ellos…
Todo empezó aquella noche, la noche que llegamos a Burdeos, Tania y yo nos fuimos a dar una vuelta después de cenar, cuando lo vio, asi sin más. Nadie se imaginaba, lo que llegarían a cambiar las cosas a partir de esa mirada que cruzaron, de ese sentimiento que ambos sintieron. Tal vez la vida no de grandes señales ni avisos, pero esto fue el principio de una nueva historia, por asi decirlo.
Él se llamaba Hugo, era un chico más de aquel grupo con el que siempre solía ir los veranos, tenía 19 años, por suerte o por desgracia era el mas mayor de todos. Tenía ojos marrones, pelo corto, una tez color caramelo, no destacaba.
Como os imaginareis pasamos la noche con ellos. Hugo no paraba de preguntar por ella, era nueva para él y su imagen no se le olvidaría nunca. Me pregunto que como se llamaba si tenia móvil, a que colegio iba, sus años, enfin todo lo que os podáis imaginar…
Me llamó mi madre sobre las 12, y tuvimos que volver a casa. Cuando nos fuimos, Hugo no paró de mandarle mensajes a Tania, a ella le parecía un pesado y un cursi, pero tarde o temprano se acabaría enamorando. A partir de ese día no dejaron de hablar, de echo aun lo siguen haciendo aunque ya no de la misma forma.
Por las mañanas cuando bajábamos a la playa intentaba sacarle información a Tania de su opinión sobre Hugo:
-          ¿Qué tal con él? Aquella noche os vi muy bien.
-          Bueno tía, es un poco pesado, pero me dice cosas preciosas que nunca nadie antes me había dicho.
-          Ah si? Como que?
-          Mira te leeré un mensaje:
Decirte que te quiero muchísimo, acabo de llegar a casa. Eres impresionante, imposible describirte con palabras. Te quiero un montón.
-          ¿No pensaras dejarlo escapar verdad?
-          No creo.
Y más o menos así día a día.
La noche del 25 de Agosto nos invitaron a una fiesta en la playa, y no se porque pero presenti que algo pasaría. No fallamos a esa invitación, y la noche fue genial.
Hugo me pidió que llevara a Tania a un sitio para que estuvieran a solas, se lo dije pero ella no quería ir, aun no estaba segura de ello, de si lo quería o no. Yo le insisti le dije que se arrepentiría de no ir, de dejarlo escapar y al final, acabo yendo.
A la mañana siguiente, mi Tania me lo contó todo, habían hablado, reido, y si, se habían besado. La sonrisa, los ojos, la expresión con la que se levanto aquella mañana era extraña, era como si ella supiera que una parte de esto no fuera a salir bien, como si imaginara que no iba a haber un para siempre.  Quizá lo que pasaba por su cabeza fuese cierto. Pero supongo que cada vez que conoces a alguien, tu vida cambia y tanto si les gusta como  si no, él ha entrado en su vida y ella en la suya.
Los días en Burdeos, transcurrian tranquilamente, Tania enamorada y yo feliz por ella.
Ambos se querían, pero ocultaban su amor, el nunca les dijo a sus amigos lo que tuvo con ella, una verdadera estupidez por que ella era la persona mas increíble que os podeis imaginar:
Era  sincera, aunque le costaba decir sus verdades y sentimientos. También era algo bipolar.  Siempre quería hacer lo correcto, lo que le llevaba a tener unas ralladas increíbles. ¿Ella? Una vaga donde las haya y una cabezota. Su físico, tampoco se quedaba atrás pero nunca se veía lo suficientemente bien. Ojos verdes, alta, esbelta, pelo ondulado y castaño. Eso sí, nunca jamás perdía su sonrisa, era como un escudo para ella de esconder sus sentimientos, hace que la gente se crea que siempre esta bien.
Llegaba el día de irnos, de volver a Zaragoza, a aquella aburrida rutina escolar. Cogimos el avión temprano, y llegamos por la tarde.
Como ya os advertí Tania había vuelto completamente enamorada, de aquel chico, casi de una forma obsesiva.
Perdí el contacto con mi amiga durante unas semanas,  debido a la vuelta al colegio y al exceso de deberes.
Los primeros días ellos siguieron en contacto, pero al cuarto día, se derrumbó. Tania me llamó llorando a altas horas de la noche, diciéndome que todo había acabado, que él la dejó, asi sin mas. ¿Sabeis lo peor? No le dio ni una sincera explicación, le dijo que tenia problemas, que el era más mayor y que esto no funcionaba. Parecen creíbles pero no lo son. No se que paso, ni que hizo que todo cambiara pero la que perdía no era ella, sino que era él.
Lloró y lloró noche tras noche, lamentándose, pensando que había hecho mal. Fue un verano increíble, pero acabo en un invierno frio.
Yo sabía que el volveria, porque la quería y una historia no termina si aun quedan sentimientos.