Solo me duele cuando late...


De las tardes dormidas de aquel Enero frío, lo único que podía aprovechar eran sus abrazos pero ahora ya no, no había un "nosotros" compartido. Ahora había un tú, un yo, y un futuro incierto.
Quedaban poco más que fotografías enmarcadas y dudas, esa variedad de preguntas sin respuesta que quedan tras haber cortado la relación con una persona que antes era rutina, incluso a veces llegando a ser preguntas retóricas sin respuesta alguna.
Dudaba en volver a tenerla, no solo a ella sino a cualquiera. Porque tras perder a aquella gran persona la inseguridad le abatió en su interior, y si no estaba seguro por sí mismo, nadie le haría sentirse así tampoco. Podía ser un Enero traicionero convirtiéndole en un velero a favor del mar de los recuerdos, o común y acogedor como todos los anteriores. Había demasiado en su cabeza, en la cabeza de una persona repentina y radical, y os aseguro que eso no era bueno. Sentía haberse equivocado(cosa que nos pasa a todos) Se dijo un millón de veces nunca más tras todos esos fallos, pero no aprendió de la corrección, y acabó convirtiéndose en un siempre de caídas continuas, en esperar una mano que hiciera de ayuda sin salir a buscarla, en una vida amarga sin felicidad alguna.

"No esperes que lleguen las circunstancias ideales ni la mejor ocasión para actuar, porque tal vez no lleguen nunca"

1 comentario:

  1. Me pregunto por qué has usado la tercera persona. Recuerda que la vida es de los hacedores no de los críticos. Un beso de quien ya sabes que te quiere.

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